Mucha gente me
dice que soy demasiado buena a la hora de dar mis opiniones. Puede ser que sea
verdad. Cuando estoy a punto de escribir algo malo, pienso si el lugar o la
firma se merece un hachazo basado en una sola experiencia y trato de mitigar el
comentario. También trato de encontrarle las cosas buenas a los lugares o cosas
cuando no son perfectos. Porque perfectos no somos ninguno de nosotros. Pero
hay experiencias que me hacen la tarea de decir algo bueno muuuuy difícil.
Una de esas
experiencias fue la barra Mogul. Los que leyeron todo mi blog tal vez recuerden
que AMO las gomitas Mogul de eucaliptus. Las amo con todas mis papilas
gustativas, con mi nariz, que es muy generosa. Así que cuando vi la barra Mogul
en el super, pensé que la iba a amar con más o menos la misma intensidad.
Al abrirla ya vi
que era como un candel chicloso, no era lo que esperaba pero todavía prometía
cierto placer. También supe amar a los candels chiclosos. Tomadas las fotos, le
pegué el primer mordisco.
Para seguir mi
tradición de suavizar las malas experiencias, les resumo en lo siguiente: un
asco. Olvídense lo del candel. Es como un chicle que no se puede seguir
masticando. El sabor es indescifrable. Algo super azucarado con esa
consistencia chiclosa que se ve interrumpida de vez en cuando por alguna gomita
también de sabor indescifrable pero con otro tipo de consistencia que distrae
mas que lo que atrae.
El horror de las
golosinas llegó de la mano de Mogul. Esta barra tiene pinta de haber nacido de
uno de esos errores que suceden en las cocinas. Y a alguien le pareció que era
un brillante idea lanzarlo como nuevo producto. NO se los recomiendo. Consumir
bajo su propio riesgo.
Consumición: 1 barra=
$ 15
Barra Mogul
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