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domingo, 20 de octubre de 2013

La Yapa


Tengo que reconocer que soy vieja, mas vieja de lo que me gustaría. Tan vieja que las pastillas La Yapa son nuevas para mí. Pero de tanto leer en Twitter que son ricas y que mucha gente las consume con adoración, decidí probarlas.

Salí del kiosko con mi varita de La Yapa y la abrí nomás al pisar la vereda. Con gran ansiedad me metí en la boca el primer rectangulito de color verde. Ricas pero nada del otro mundo. Otro rectangulito rosadito para ver si cambiaba algo, seguido de otro rectangulito naranjita. Al tercer rectangulito me di cuenta que soy aún más vieja. Las pastillitas La Yapa se parecen a las pastillitas Plucky de mi infancia, que venían con forma de corazoncito. Así me terminé la mitad del paquete La Yapa recordando mi infancia con formita y envoltorio nuevo. Y entonces le encontré la gracia.

Nada nuevo bajo el sol. Pero los recuerdos infantiles pueden ser muy dulces y adictivos.



Consumición: 1 paquete= $ 10

La Yapa

Producto argentino que supo ser de Stani y ahora es del conglomerado Cadbury-Stani-Adams


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miércoles, 8 de agosto de 2012

Candels


Candels Uruguay

En mis épocas infantiles los ómnibus escolares se llamaban bañaderas y no llevaban una decena de niños con cinturón de seguridad, llevaban más de 40. Mi bañadera en particular llevaba probablemente más de 75, nos sentaban a 3 en cada asiento para 2 y ponían una larga banca de madera en el pasillo donde se sentaban otros, y en cualquier lugar con un espacio para una asentadera iba algún niño más. Y para domar a esa manada de infantes hiperactivos, se contaba con los oficios de doña Lola una especie de guarda sabelotodo puedelotodo. Doña Lola tenía dos armas para controlarnos: el terror y una enorme bolsa de nylon transparente llena de caramelos, chicles, y triángulos para que nosotros, niños poder adquisitivo meriendil, gastáramos lo que nos había sobrado en el recreo en aquellas tentaciones multicolores.

Candels Uruguay
Yo no podía sacarle los ojos ni las ganas a los candels, también conocidos como candes. Me atraían porque eran rosados y porque eran impredecibles. No había dos candels iguales. Algunos eran 100% suaves, otros 100% duros y la gran mayoría caía en el medio con infinitas combinaciones de corazón duro con revestimiento suave. Se hicieron tan adictivos como sobres de figuritas, había que seguir comprando a ver si venía la sellada.

Candels Uruguay
Fast-Forward al 2012. Viaje intergaláctico a la estación Peñarol en tren histórico. Se sube el caramelero con una estrategia similar a la de doña Lola. ¡Y BOOM! Ahí estaban los candels. Me avalancé sobre una bolsita que me costó $10. ¿Y qué les puedo contar que ya no sepan?

Los candels siguen rosados, con ese sabor indescriptible. ¿Será a fruta? ¿Será a flores? Lo que sea, debe ser un químico amaestrador de niños. Y como no podía ser de otra manera, cada uno de los 6 candels en la bolsita tenían consistencias distintas. Los tuve que probar y comparar todos y les puedo asegurar que algunos eran 100% suaves, otros 100% duros y el resto caía en el medio con infinitas combinaciones de corazón duro con revestimiento suave. 

Todavía me queda la duda sobre cuál es la mejor manera de comer un candel: ¿se muerde lo blandito y se chupa el centro hasta que se deshace? ¿O se trata de masticar ese centro pegajoso con el riesgo de perder alguna muela? Algún día encontraré un ensayo universitario sobre cómo se comen los candels. Ese día actualizo este posting. Por ahora solo encontré un artículo muy interesante sobre su origen en el Uruguay. Ver link más abajo.

Un viaje al pasado como dios manda.

Doña Lola


Consumición: 1 bolsa con 6 candels= $ 10

Historia del Candel


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sábado, 7 de julio de 2012

Café DelMuHar


DelMuHar

Hacía meses que pasaba por Ejido y San José y el enigmático café contiguo al Museo de Historia del Arte llamaba mi atención. Así que la semana pasada me decidí y fui a ver qué tal era. Me encontré que hay que tener mucha voluntad para entrar porque la entrada no es evidente y tiene la tendencia de estar siempre vacío dando la impresión de que está cerrado.


Pero vale la pena el esfuerzo, una vez adentro el ambiente es muy acogedor. Nos atendieron con mucha amabilidad. Los precios son imbatibles. Fue la visita más barata de todas las que hemos hecho hasta ahora. Nos comimos dos alfajores bastante grandes y frescos aunque no son de elaboración propia. Vienen de una panadería Buena que por lo que probé le hace honor al nombre.

La mejor parte de la experiencia es la vista. No sé si son los árboles, el hecho de que es una calle transitada, pero se puede pasar un buen rato sentado allí en las mesas contra la ventana acompañado de un café calentito.

Así que no tengas miedo, podés entrar a DelMuHar que no muerden. Tampoco se te va a pegar el amor por la Historia del Arte porque nadie mueve un dedo para hacerte entrar al museo. Y las golosinas son las mismas del kiosko, no van a ser ni artísticas ni históricas. Todo es muy fresco. Estoy segura de que todos tendremos muchas oportunidades para ir a apagar las broncas y/o frustraciones burocráticas al DelMuHar.

El secreto para ir al café DelMuHar es entrar por la puerta del museo y atravesar toda la antesala del mismo. Allí encontrarás la puerta del café que parece cerrada pero probablemente no lo esté. La puerta que da por San José tiene siempre un cartel de CERRADO porque la puerta está clausurada por un sofá, pero no quiere decir que el café esté cerrado. Tal vez sería bueno que pusieran allí otro cartel indicando dónde está la entrada si es que su interés es recibir gente que pasa por la calle.



Consumición: 1 café + 1 cortado+ 2 alfajores = $ 103

Edificio Sede: Avda. 18 de Julio 1360, sector Ejido

No parece tener ni página en Facebook ni Web.

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lunes, 2 de julio de 2012

Triángulos


Triángulos de merienda con baño de chocolate

Y sí, señores, soy plancheta: plancha de mañana y cheta de tarde. A veces me pongo muy cheta y me voy por masitas extranjerizoides y cafés mononos. Pero los domingos me voy a Tristán Narvaja y me compro las golosinas del pueblo.

El domingo pasado me compré 2 triángulos ($2 cada uno). Me retrotrajo a mi infancia. A las meriendas que no podían ser meriendas si no contaba con un triángulo. A puestito de golosinas en la puerta de la escuela. En aquellas épocas tan ocupadas, cuando los minutos de recreo valían oro, los triángulos se comían a los puros mordiscones sin prestar mucha atención.

Merienda Triángulo bañado en chocolate
Hoy, con más tiempo en mis manos (¿de qué otra manera estaría escribiendo este blog?) me surgen otras preguntas existenciales: ¿el triángulo será más rico si me lo como separándolo en capitas?¿Se puede comer sin calcularle el área, base, altura, seno, coseno de sus ángulos? ¿por qué esta golosina es un triángulo y no un cuadrado? Y solo encontré respuesta para la última pregunta, comerse dos triángulos no es lo mismo que comerse un cuadrado, tiene un tercio más chocolate.


Merienda Triángulo bañado en chocolate

Disfrutar un triángulo después de más de 20 años trae otras preguntas que no tienen respuesta. ¿Son más chicos o cambió mi perspectiva?. Pero por $2 bien puede uno compensar con un triángulo extra.

Nada como la geometría hecha golosina. Un día de estos me como un hexágono.



Costo: $2 c/u

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