En mis épocas
infantiles los ómnibus escolares se llamaban bañaderas y no llevaban una decena
de niños con cinturón de seguridad, llevaban más de 40. Mi bañadera en
particular llevaba probablemente más de 75, nos sentaban a 3 en cada asiento
para 2 y ponían una larga banca de madera en el pasillo donde se sentaban
otros, y en cualquier lugar con un espacio para una asentadera iba algún niño más.
Y para domar a esa manada de infantes hiperactivos, se contaba con los oficios
de doña Lola una especie de guarda sabelotodo puedelotodo. Doña Lola tenía dos
armas para controlarnos: el terror y una enorme bolsa de nylon transparente llena
de caramelos, chicles, y triángulos para que nosotros, niños poder adquisitivo meriendil,
gastáramos lo que nos había sobrado en el recreo en aquellas tentaciones
multicolores.
Yo no podía
sacarle los ojos ni las ganas a los candels, también conocidos como candes. Me
atraían porque eran rosados y porque eran impredecibles. No había dos candels
iguales. Algunos eran 100% suaves, otros 100% duros y la gran mayoría caía en
el medio con infinitas combinaciones de corazón duro con revestimiento suave. Se
hicieron tan adictivos como sobres de figuritas, había que seguir comprando a
ver si venía la sellada.
Fast-Forward al
2012. Viaje intergaláctico a la estación Peñarol en tren histórico. Se sube el
caramelero con una estrategia similar a la de doña Lola. ¡Y BOOM! Ahí estaban
los candels. Me avalancé sobre una bolsita que me costó $10. ¿Y qué les puedo
contar que ya no sepan?
Los candels
siguen rosados, con ese sabor indescriptible. ¿Será a fruta? ¿Será a flores? Lo
que sea, debe ser un químico amaestrador de niños. Y como no podía ser de otra
manera, cada uno de los 6 candels en la bolsita tenían consistencias distintas.
Los tuve que probar y comparar todos y les puedo asegurar que algunos eran 100%
suaves, otros 100% duros y el resto caía en el medio con infinitas
combinaciones de corazón duro con revestimiento suave.
Todavía me queda la duda
sobre cuál es la mejor manera de comer un candel: ¿se muerde lo blandito y se
chupa el centro hasta que se deshace? ¿O se trata de masticar ese centro
pegajoso con el riesgo de perder alguna muela? Algún día encontraré un ensayo
universitario sobre cómo se comen los candels. Ese día actualizo este posting.
Por ahora solo encontré un artículo muy interesante sobre su origen en el
Uruguay. Ver link más abajo.
Un viaje al
pasado como dios manda.
Doña Lola |
Consumición: 1 bolsa
con 6 candels= $ 10
Historia del Candel
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