Dolce Uruguay: Café Bacacay

No entraba al Café Bacacay desde los tiempos en que allí estaba el café El Vasco (El Vasquito para los amigos). Me resistí todos estos años pensando que me iba a deprimir con tanto cambio y refinamiento. Pero con sorpresa debo decirles que no cambió tanto a pesar de tanto cambio. No sé si me entienden.

Allá fuimos a sentarnos en mi mesa favorita, y la de todos, la que da sobre Buenos Aires con vista plena al Teatro Solís. El Brazo pidió un brownie y un café; yo, por supuesto, un cortado y una medialuna. La amable moza me advirtió que era grande, que no era una medialuna tipo argentina. Yo le dije que sí, que no importaba. ¡Y allá llegó tremendo pedazo de exquisitez panificada! Me arrepentí por dos segundos pensando que no iba a poder terminarla, pero los primeros dos mordiscos esfumaron mis temores. Estaba suave y deliciosa. Lo mismo que el brownie, atestigua El Brazo.

El lugar estaba bastante vacío, lo cual hizo la visita más agradable. El Brazo quedó encantado con la música de fondo. Yo me quedé encantada con el ambiente lleno de recuerdos que ahora hasta se veían más lindos y más limpios. Lo más difícil de la visita fue la sesión de fotos. Se me había antojado tomar una foto con el Teatro Solís de fondo y en cuanto enfocaba, venía un camión de reparto y me tapaba el teatro. Buenos Aires esquina Bacacay resultó ser muy concurrida por camiones. Vimos llegar el Agua Salus, las bebidas refrescantes, el jamón y algún camión de reparación de algún tipo. Así que disfruten de esta foto porque me tomó como media hora poder tomarla.

El Bacacay es una muy buena reencarnación de El Vasco, bar de pueblo que supo codearse con Cartier en la misma cuadra allá por los 80s, años esquizofrénicos de la Ciudad Vieja. Esquizofrenía que aún mantiene aunque en menor proporción mientras va cediendo a la modernización y el buen gusto. Pero sin perder la bohemia.